All together now

#Reflections

20.02.2023

Equipo editorial BizkaiaTech

Ilustración: Gorka Olmo

Hay ocasiones en las que tenemos todo lo necesario para tener éxito y ser felices, o al menos entendiendo éxito y felicidad como nos lo han enseñado. Pero… si todo está bien, ¿qué te falta? Seguro que has escuchado, o incluso dicho, esta frase alguna vez. Pues bien, digamos que a la hora de liderar proyectos sucede algo un poco parecido.

Sí, cuando hablamos de proyectos se nos puede venir a la mente organizaciones, empresas, administraciones, entes jurídicos de los que hablamos como algo ajeno a las personas. Aunque en la realidad, ¿qué es una empresa sin todas las personas que trabajan en ella? ¿qué es una organización sin todo su personal compartiendo un propósito común?

LAS PERSONAS EN EL CENTRO

Y es que tenemos la tendencia de etiquetar todo, como cuando en nuestro primer día de cole nos etiquetaban las chaquetas. Etiquetas, etiquetas por todos lados. Las y los líderes deben cambiar de mentalidad, no hay empresas sin personas. Ni empresas, ni administraciones, ni proyectos, ni avances. Esto está claro.

En este punto, el porqué de la cuestión ya lo hemos entendido, ¿no? Lo que hace funcionar las cosas son las personas. Las personas indicadas en el contexto idóneo. Y decimos personas en plural, porque si hemos llegado hasta aquí como especie es gracias a nuestro carácter gregario. Es la pertenencia a la tribu lo que ha evitado que nos extingamos. Eso, y que todavía no ha caído un pepinazo en forma de meteorito.

HÁGASE LA MAGIA

De acuerdo, tenemos el ingrediente principal, gente que se relaciona grupalmente para alcanzar un objetivo común. Pero entonces, ¿por qué a veces con estos mimbres los proyectos no dan resultado, no tienen… éxito? Porque precisamente, estamos hablando de personas. De individuos que tienen sentimientos y que se relaciona a través de ellos. En una ponencia a directivos de las principales compañías mundiales, se preguntó cuántos de ellos habían sido la mejor nota de su promoción. De un auditorio repleto, levantaron la mano una decena de personas. Esto se relaciona con lo que dice el psicólogo estadounidense Daniel Goleman, el éxito de una persona se puede cuantificar en un 30% capacidad intelectual y otro 70% inteligencia emocional. Así pues, la manera de relacionarse marca la diferencia.

LOS FLAUTISTAS DE HAMELÍN

Tenemos una estructura para que todo funcione, pero el mecanismo necesita engrasarse para alcanzar el éxito. Es por lo que los proyectos necesitan líderes, esos flautistas de Hamelin que toquen la melodía para que todos y todas los sigan. Y no decimos jefes o jefas, sino líderes. Deben serlo las personas que más responsabilidad tienen, pero también esas que son líderes naturales, esas que se mojan, que participan, y que, sobre todo, hacen que el resto se sientan cómodas.

Así conseguimos crear un modelo de coparticipación donde no solo las organizaciones extraen valor, sino que también las personas lo hacen. Valor en forma de conocimiento, de relaciones, de descubrimiento de otras perspectivas, o de lo que sea.

CERRANDO EL CÍRCULO

Y entonces, tenemos un colectivo con un liderazgo compartido, donde la gente se siente a gusto. Donde las personas son tenidas en consideración, dejándoles que tomen decisiones y que tengan autonomía. Donde existe una idea a la que seguir, que empujan decididamen-te.

Es en este punto donde todo el mundo empieza a aportar más, a literalmente partirse el alma por lo que están haciendo. Y esa, solo esa, es la perspectiva que tenemos en la Diputación Foral de Bizkaia para abordar este gran proyecto llamado Quantum Ecosystem. Mucha gente colaborando bajo una misma idea. Como decían The Beatles, All together now.

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