Qué es el cambio climático

El clima de la Tierra siempre ha cambiado o variado de forma natural, pero lo ha hecho lentamente en largos periodos de tiempo. Desde la Revolución Industrial (alrededor del año 1850), debido fundamentalmente a la emisión por la actividad humana de grandes cantidades de gases de efecto invernadero (dióxido de carbono CO2, metano CH4, óxido nitroso N2O …), esté cambio se ha acelerado. La mayor concentración en la atmósfera de los gases de origen humano está aumentando el efecto invernadero, que está alterando el clima y provocando el calentamiento global del planeta.

De esta manera, el cambio climático se ha convertido en una de las mayores amenazas para las personas, las sociedades humanas y la biodiversidad de la Tierra. También se conoce como crisis climática.

Si no actuamos ya, para este siglo XXI:

  • La temperatura media global podrá llegar a alcanzar un incremento de 1,5 ºC, puesto como objetivo prioritario en el Acuerdo de París.
  • El promedio de las lluvias o la precipitación anual puede descender alrededor de un 15%. Por el contrario, se darán episodios de precipitaciones tormentosas.
  • El nivel medio del mar en el Golfo de Bizkaia ascenderá entre 65 centímetros y 1 metro, inundando las zonas costeras y aumentando la intensidad de los temporales.

Las consecuencias, que ya empezamos a padecer, se traducen en:

  • Aumento de las temperaturas, las sequías y las olas de calor, con una mayor duración de estas. Aumento también del riesgo de incendios forestales.
  • Disminución de las precipitaciones y días de lluvia. Incremento del riesgo de sequías.
  • Por contra, se producirá un aumento de tormentas y aguaceros, y, con ello, se incrementará el riesgo de inundaciones.
  • Mayores peligros para la salud humana: golpes de calor, aparición de nuevas enfermedades, riesgo de accidentes por inundaciones fluviales y marinas, incendios, deslizamientos de laderas, gran oleaje...

Por qué se produce

Paradójicamente, la vida en la Tierra es posible gracias a los gases de efecto invernadero (GEI) presentes de manera natural en la atmósfera, como el vapor de agua, el dióxido de carbono (CO2) o el metano. Estos gases “atrapan” en forma de calor la energía que nos llega del Sol. Así, se modera la temperatura en la Tierra, que de otra manera rondaría de media los -18 ºC. Los GEI posibilitan el confort o bienestar climático que conocemos.

Sin embargo, las actividades humanas, sobre todo desde mediados del siglo XX, están acelerando y acentuando rápidamente el calentamiento global, por la emisión creciente de estos GEI a la atmósfera. De esta manera, el CO2 ha incrementado su concentración en la atmósfera más de un 50 %, al igual que el metano y el óxido nitroso, respecto a la época de inicio de la Revolución Industrial. Y sus emisiones globales y concentración no paran de crecer cada año.

La quema de combustibles fósiles para obtener energía (industria, transporte, edificios), junto a la ganadería y agricultura intensivas (emisión de metano, uso de fertilizantes nitrogenados…), son los principales emisores de GEI.

La tala masiva de árboles o deforestación de grandes extensiones, que de manera natural absorben el CO2 atmosférico, contribuye también a acelerar el cambio climático, por las emisiones de carbono que estaba presente tanto en las masas arbóreas como en los suelos forestales.

Por otra parte, pero ligado a lo anterior, está la disminución de los sumideros o almacenes de carbono en la naturaleza. Tanto la reducción de la superficie de bosques maduros como el calentamiento del agua de los mares y océanos (a mayor temperatura menor capacidad de disolución y absorción de CO2), reduce este servicio natural de almacenamiento o secuestro de carbono.