El autor

Conoce más acerca del creador de El Bosque de Oma. Agustín Ibarrola, artista vasco que unió la tradición pictórica vasca con las vanguardias del arte contemporáneo.

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Sobre el autor

Agustín Ibarrola Goikoetxea nace en Bilbao (Bizkaia) en 1930. Sus inicios en el arte fueron autodidactas, aunque ya en 1948 consigue una beca con la que viaja a Madrid al estudio de Vázquez Diaz. Allí da sus primeros pasos en el cubismo y junto a Jorge Oteiza, comienza a estudiar las abstracciones geométricas europeas, movimientos que rompieron con el arte más académico, a la vez que se acerca a intereses de tipo más social. En 1956 viaja a París, donde en colaboración con otros creadores funda Equipo 57.

La implicación social y denuncia política del artista es una constante en su trayectoria artística y vital. Y el arte público realizado a la intemperie se convierte en el recurso perfecto para la representación de la cultura colectiva y los sentimientos grupales.

Estas características quedan reflejadas en El Bosque de Oma que comenzó a pintar en 1982. De este modo, sus figuras representan no sólo una situación social, sino la luz atrapada en el bosque, los ojos de nuestros antepasados, el rayo enredado entre los árboles… En definitiva, un despliegue delirante de colores y formas.

Sobre su obra

Agustín Ibarrola simboliza un compromiso firme con el arte a través de la diversidad de actuaciones y de una trayectoria ampliamente desarrollada en la que el vínculo con lo natural es algo imprescindible.

Una de las características fundamentales de su trabajo es la conexión con los lugares en los que desarrolla su actividad artística, quedando implicado no solo el entorno físico sino también el emocional.

Toda la producción de Agustín Ibarrola, desde esculturas, pinturas e incluso grabados, se enriquece de materiales, lenguajes y conocimientos multidisciplinares difícilmente clasificables en alguna corriente artística, que sin embargo ha favorecido la configuración de un auténtico laboratorio de ideas, y expresiones propias con las que ha ido conformando su obra.

Ese marcado carácter heterogéneo es precisamente el que le ha permitido abordar proyectos que superan las rígidas fronteras de los estilos y las tendencias. Propuestas como El Bosque de Oma (1982-2003), las desaparecidas Piedras Pintadas en las dolinas de Tremoia en Gautegiz-Arteaga (1993), la intervención Piedras y Árboles en Allariz (Ourense, 1999), Los Cubos de la Memoria en el puerto de Llanes (Asturias, 2001-2006), la instalación con más de ochenta traviesas policromadas y talladas en lo alto de la colina de carbón Prosper Haniel-Ruhr en Bottrop (Alemania, 2002) o las Piedras Pintadas en Garoza (Muñogalindo, Ávila, 2005-2009), son proyectos que trascienden el hecho pictórico y escultórico para constituirse en auténticas experiencias estéticas.

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