"El Comercio Justo es un colchón de resistencia para que nadie se quede atrás"

Sensibilización

Entrevista a Kidenda y Oxfam Intermón

Al hilo del pasado artículo sobre Comercio Justo, entrevistamos a María Ferrer de Kidenda y Elvira Gutiérrez de Oxfam Intermón. En estas fechas tan señaladas, desde la Cooperación de Bizkaia seguimos impulsando un Comercio Justo con mirada local y dimensión global que contribuya a la justicia social.

¿Qué es el comercio justo y qué lo diferencia del comercio convencional?

María Ferrer (MF): el Comercio Justo lo que quiere es un sistema que plantee unas relaciones comerciales más justas y unas cadenas de producción que también lo sean. Nos encontramos con un sistema capitalista que al final lo que quiere es que los proveedores den el precio cada vez más barato para que las multinacionales reciban tal maximización de beneficios que, al final, las personas productoras reciban un precio absolutamente injusto que les condene a la pobreza mientras que un montón de intermediarios se van enriqueciendo. Frente a ello lo que estamos haciendo desde el comercio justo es decir que la persona productora tiene que recibir un precio justo de tal manera que pueda salir de la pobreza, salir de su situación de vulnerabilidad, y simplemente, recibir un salario y unas condiciones laborales dignas para que pueda proyectar su propia vida y la de su comunidad. 

Respecto al comercio convencional, ahora mismo está dominado por multinacionales cuyo objetivo es la maximización de beneficios que obtienen a base de estrechar o estresar la cadena de producción, haciendo que su coste sea cada vez menor y conllevando la explotación o esclavitud de mujeres, de niños y de comunidades enteras y, también, trayendo consigo una explotación o sobrecontaminación de los acuiferos o recursos naturales. Por ello, desde el Comercio Justo lo que intentamos es que la cadena de producción sea justa para las personas que producen en ella y que sea respetuosa con el medio ambiente.

Elvira Gutierrez (EG): el Comercio Justo, que casi no me gusta llamarlo Comercio Justo sino “comercio en condiciones”, porque todos quisiéramos que estuviera fabricado así… Es el comercio en responsabilidad, tanto desde el punto de vista de las organizaciones de Comercio Justo como de los clientes. Es una manera de comercializar productos que están hechos con garantías medioambientales, personales y en unas condiciones óptimas, que están ya pre-pactadas en unos acuerdos duraderos con productores que pertenecen a colectividades en situaciones muy extremas y precisas de desarrollo. El Comercio Justo garantiza que los productos vengan en unas condiciones idóneas, no sólo en tanto a la calidad del producto, sino en cuanto a la escena en la que se ha producido desde el punto de vista social y el punto de vista de desarrollo. Y desde el punto de vista del cliente, lo importante es que el Comercio Justo es aquel que adquieren las personas que trabajan su consumo en responsabilidad; que entienden por qué una camiseta cuesta 24 euros y no 8 (porque es una camiseta de algodón orgánico, con tinte natural, porque la persona que está detrás está pagada en condiciones y tiene garantizado el trabajo, etc.).  Es muy importante verlo desde los dos lados.

¿Por qué pensáis que el comercio justo es una forma de dar un paso para cambiar la sociedad?

MF: al final si queremos una sociedad más justa necesitamos que lo sea en todos los eslabones de la cadena, en todos los países, en todos los continentes y en todas las capas sociales. Si queremos que este mundo sea más justo no podemos llevar ropa fabricada por una mujer asiática que está trabajando doce horas en una cadena de producción atada a una máquina de coser; que es el prototipo según todas las estadísticas de personas que trabajan en el sector textil. Si queremos tomar chocolate no tenemos que estar involucrando a niñas y niños que hoy en día son explotados en el Congo y en otros tantos países de África. Productos tan diarios como la ropa, el café o el chocolate no pueden estar generando personas esclavas a una máquina de coser ni infancias que no se pueden educar. Eso son ejemplos muy concretos de todo lo que os podría decir.

EG: es una actividad transformadora en las dos partes de la sociedad. En la parte en la que se inicia, con colectividades en origen con algo que sepan hacer (unos saben manejar la plata, otros saben cultivar café, etc.), se les apoya para que fabriquen, de una manera normalmente artesanal, pre-financiándoles (al 50%) y garantizándoles que vamos a ser socios de ellos a largo plazo (cinco, seis, siete u ocho años). No hacemos pedidos y nos vamos, sino que llegamos a acuerdos con productores para que estos vayan desarrollándose. Y es más, a parte de lo que haya facturado, cada año cada cooperativa recibe una prima de desarrollo que deciden en asamblea cómo será aplicada (haciendo carreteras, montando escuelas…). Eso permite que, cuando llevas diez, quince o veinte años trabajando, como nosotros con las cestas en Bangladesh, crezca una comunidad en la que siguen habiendo artesanas que hacen cestas, pero ya hay niños que han ido a la escuela, que van a la universidad… Ahí es donde ves el desarrollo. 

Y en la parte del cliente, lo que ves es que hay gente que empieza a reflexionar que igual no tiene que tener cincuenta camisetas en casa. Igual tres o igual dos blancas y una negra… Y quizás así el planeta se iría sintiendo un poquito mejor. 

 ¿Cuáles son los requisitos que sí o sí tiene que cumplir un producto o servicio determinado para que sea considerado de comercio justo?

MF: Existen certificaciones de Comercio Justo que exigen que se pague el precio justo por el producto que se está fabricando, que las personas involucradas a la cadena de producción tengan unos salarios dignos, y, a parte, que se pague una prima para que la comunidad pueda desarrollarse. Por ejemplo, si la comunidad necesita una potabilidad de agua, un dispensario o recursos educativos para sus criaturas, con la prima de Comercio Justo se podría pagar todo eso. Además, en Comercio Justo no puede haber explotación infantil, en las cooperativas tiene que haber igualdad de género, todo el mundo tiene que tener derecho a voto, y se tiene que hacer una producción ecológica respetuosa con el medio ambiente.

EG: el Comercio Justo no lo hemos inventado en Oxfam Intermón, sino que lleva existiendo desde hace muchísimos años permitiendo que exista un sistema de sellos que garantizan todas esas premisas que comentábamos desde el origen hasta la comercialización. Por ejemplo, en la producción del café, ayudamos a asentar a las personas en la tierra, facilitamos que el cultivo se haga en condiciones y que se desarrolle en esa plantación, seleccionada en origen, en esa parcela concreta. En definitiva, un producto de Comercio Justo viene con su seña de identidad desde el inicio, teniendo que pasar por todos esos baremos para que sea garantía de que es Comercio Justo. Porque en este momento hay mucho greenwashing, que parece que todo es sostenible pero ¡ojo!

Existe la creencia de que consumir productos de comercio justo es más costoso y que no todo el mundo se lo puede permitir (y, en muchos casos, se ha comprobado que es así); es decir, nos encontramos con un dilema atravesado por la clase, por el factor del nivel socioeconómico de las personas consumidoras que dependen de sus ingresos para poder contribuir en mayor o menor medida a la transición hacia modelos productivos, de comercialización y de consumo más justos. ¿Esto es así o no tiene por qué ser así? ¿Qué opináis de esto? ¿Qué se puede hacer para solucionar este dilema?

MF: al final es un tema de cómo está construido el sistema de costes. El otro día leyendo estos informes que nos llegan de Comercio Justo veíamos que una hamburguesa que compramos a tres euros en el supermercado, si le metiéramos todos los costes de agua, de coste medioambiental… Y si además le quitáramos todas las subvenciones que recibe la industria cárnica, tendríamos que pagar la hamburguesa a cincuenta euros. Al final lo que nos tenemos que preguntar no es tanto por qué el Comercio Justo nos parece tan caro sino por qué el resto de los productos del mercado convencional son tan baratos. ¿Es posible que una tableta de chocolate cueste dos euros con toda una cadena de producción? ¿Qué hay detrás de eso? Lo que hay detrás es que al productor no se le está pagando bien. Tenemos interiorizado como sociedad un nivel de precios que no es un nivel de precios real, sino que es como un dumping: estamos pagando mucho menos de lo que realmente cuesta el producto a costa del medio ambiente y de las personas. Y luego, a parte, el producto de Comercio Justo, por ser biológico, por ser artesanal, por toda su elaboración cuidada, es un producto de altísima calidad. Sería un producto que habría que situar equitativamente con los productos que llamamos deluxe, premium o gourmet. Y, teniendo en cuenta ese rango de precios, no es tan caro; de hecho es más barato. Pero lo más importante es hacer reflexionar a la sociedad de por qué hemos interiorizado un nivel de precios que no paga realmente, que no está pagando. Es imposible comprarte una camiseta a tres euros. Si una camiseta te cuesta tres euros no estás pagando el precio de la camiseta; estás pagando un algodón que ha asolado el mar de Aral, el algodón no es ecológico, estás destrozando un acuífero… Con tres euros no estás ni pagando el transporte de esa camiseta. 

EG: creo que lo importante sería poder clasificar el consumo. Si nos ceñimos, por ejemplo al textil, la pregunta desde nuestro punto de vista es ¿cuánto dura ese pijama y cuántos pijamas te compras a lo largo del año? Entonces no es que sea más caro, es que tiene más precio porque su calidad es mayor. Claro que también hay productos de balda de supermercado, con lo cual, un café o un chocolate de Comercio Justo es igual de asequible que uno que no lo es.

¿Quién consideráis que tiene mayor responsabilidad a la hora de fomentar o garantizar un modelo de comercio justo y respetuoso con los derechos humanos: la ciudadanía de a pie (es decir, las personas consumidoras), las empresas o las instituciones? 

MF: estamos hablando de los grandes poderes económicos. El cómo funciona la economía mundial, el cómo funcionan las relaciones comerciales, es porque el mundo está ahora mismo dominado por las multinacionales, por corporaciones que tienen más poder que países enteros. Entonces la responsabilidad eminentemente es de ellos, porque si vivimos en un sistema económico que permite que puedan pagar a Gobiernos, que puedan pagar a lobbies, que puedan hacer que las legislaciones cambien… Eso hace que al final todo esté al servicio de la maximización de beneficios de estas corporaciones. ¿Cómo se podría solucionar? Haciendo que las democracias fueran más perfectas de lo que son y no permitiendo que hubiera esta presión de los lobbies con una legislación que obligase a las multinacionales a tener no solamente derechos sino también obligaciones. De hecho, hay una Directiva europea y se está trabajando en una Ley de Diligencia debida dentro del Parlamento español para intentar que las empresas sean responsables en su quehacer, para que se construya un mundo y no se destruya en su hacer como empresas productoras.

EG: yo creo que tenemos responsabilidad y capacidad de articular el Comercio Justo todas las personas. El Comercio Justo en tanto que garantiza la calidad laboral, medioambiental, del producto… debería de ser la manera normal de relacionarnos. A mí me parece maravilloso que, por ejemplo, en los Países Bajos, se haya aprobado en el Parlamento que no entre en el país ningún producto que no garantice que no haya habido explotación infantil. ¡Pues ya está! A mí eso me da mucha más paz. No tengo que estar viendo si es Comercio Justo o deja de serlo. ¿Cómo lo vamos hacer? Trabajando los legisladores… Lo bonito sería que tú supieses que el que ha fabricado esa camiseta tiene a quien la ha fabricado bien pagado, que donde se haya producido no ha dejado residuos… Ese sería para mí el valor de la marca. 

Además de vender productos, un espacio como este tiene una tarea de sensibilización y de fomento de una conciencia sobre nuestro modelo de consumo, ¿verdad? ¿Cómo funciona en vuestro caso ese proceso de sensibilización y conciencia con la ciudadanía?

MF: sí, tenemos una parte muy importante de nuestro trabajo que es la educación en el consumo responsable y la educación para la ciudadanía en el Comercio Justo. Tenemos una persona dedicada a la sensibilización y luego también desde aquí, desde la propia sede, somos un punto de referencia constante sobre el Comercio Justo. Vienen muchísimos niños del colegio a hacernos preguntas para sus trabajos del cole sobre valores… Y luego hacemos muchas charlas en muchísimos centros educativos, en movimientos… En todo tipo de demandas que podamos tener, ayuntamientos… Pertenecemos también al movimiento de ciudades por el Comercio Justo. En este sentido, Kidenda está ayudando tanto a Getxo, Portugalete como Bilbao en todas sus actividades dentro de Ciudades por el Comercio Justo que es un título que ellas ostentan. Pertenecemos a la Coordinadora Estatal de Comercio Justo, estamos en la Red de Economía Alternativa y Solidaria de Euskadi (REAS) y también tenemos una Red de entidades de Comercio Justo de Bizkaia. Entonces para nosotras el trabajo en red es fundamental porque solas llegamos a donde llegamos pero juntas llegamos a muchos más colectivos y podemos hacer acciones de sensibilización mucho más potentes. Entonces sí, para nosotras es fundamental la educación en lo que llamábamos antes norte pero también con la parte productora (de allí pero también con productoras de aquí de caseríos). Y luego la educación para la ciudadanía en el comercio responsable y en una mentalidad crítica es fundamental para nosotras. Es una parte importantísima.

EG: ¿dónde nos tenemos que mover la sociedad? Sería interesantísimo que toda educación trabajara transversalmente sobre todo esto. Nosotros tenemos la experiencia, aunque es muy puntual, porque tocamos un, dos, tres colegios, ya no a iniciativa nuestra, sino porque hay un profesorado magnifico y muy sensible que enseña el comercio internacional apoyado no en el capitalismo de toda la vida sino en el Comercio Justo. Entonces, ¿cómo trabajamos en alianza? Ellos a lo largo del curso van trabajando en ello y vienen a la tienda con doce/trece alumnos que reciben una formación que continúan expandiendo. Luego para finalizar el curso, hacen un mercado en el instituto con productos nuestros, asesorando sobre el origen de los productos, la logística y sobre el hecho de que se es mucho antes consumidor que ciudadano.

¿Qué otras conexiones entre norte y sur global nos muestra el Comercio Justo? ¿Cómo conecta el comercio justo lo que ocurre en nuestro entorno y lo que pasa en otros lugares del mundo?

MF: las denuncias que está haciendo el Comercio Justo desde los años cincuenta, que es cuando empezó, han llegado ya aquí. Todo el tema de la reclamación de un precio justo, de reclamaciones laborales dignas que parecían que solamente eran de países del Sur han llegado finalmente aquí. Y desde hace unos años, las baserritarras de Euskadi también están protestando y diciendo que no se les paga un precio justo por su producto, que cada vez les es más difícil acceder a la tierra, que la tierra se está privatizando, que las condiciones medioambientales son cada vez más complicadas en una comunidad autónoma que está terriblemente cementada… Por tanto, al final, lo que estamos viendo es que las problemáticas que parecían de allí abajo han llegado aquí porque el capitalismo tiene las mismas reglas de funcionamiento en todas partes.

¿Cómo ha evolucionado el Comercio Justo en los últimos años?

MF: cuando empezó el movimiento de Comercio Justo solamente se podía encontrar en tiendas como esta, muy especializadas; ahora el Comercio Justo es una certificación que sí se puede encontrar en más líneas comerciales y de una manera mucho más normal. Y luego también, el Comercio Justo local, de las personas productoras de aquí, también es una cosa que se ha venido incrementando últimamente. Si que es verdad que igual la compra en un supermercado no es una compra tan reflexiva, pero sí que hace que la facturación suba… Y luego también lo que ha cambiado mucho y para nosotras ha sido muy importante es que con la pandemia se demostró que el Comercio Justo funcionaba y funciona. Es decir, en el peor momento mundial, cuando todo el mundo estaba fatal, las comunidades productoras resistieron muy bien gracias al Comercio Justo. En sitios en los que los Gobiernos no llegaban porque sufren de una ausencia de capacidad estatal para llegar, las cooperativas de comercio justo, gracias a toda esta reserva de dinero de las primas, hizo que a zonas muy remotas llegasen las mascarillas, que llegase dinero para que la gente que estuviera enferma pudiera confinarse… El Comercio Justo es un colchón de resistencia para que nadie se quede atrás.

EG: en nuestro país el Comercio Justo ha evolucionado de forma importante pero venimos de cifras muy bajas, de pura anécdota… El Comercio Justo empezó siendo en gran medida lo que traían los misioneros de donde fuese. En el caso de Oxfam Intermón nosotros originariamente éramos Intermón, que era una organización de los Jesuitas, y eso evolucionó llevándonos a aliarnos con Oxfam, que es una organización internacional… Pero el origen es ese. La evolución es muy positiva en cifras pero todavía nos hace falta mucha colaboración.