GUARDIANAS DE LA VIDA Y DEL TERRITORIO

Desarrollo

Recientemente hemos tenido la visita de Candelaria Yat Sacul y Milda Rufinia Quip Tzalam, de la entidad "Puente de Paz" de Guatemala, y de Natalie Ventura, Martha Gracia Ramos y Dalila Santiago, de "ERIC-RP" de Honduras, acompañadas por la por la "Fundación Alboan".

Ellas forman parte de la delegación de 11 defensoras del territorio y de la naturaleza, procedentes de Honduras, Guatemala, Colombia, así como de la Amazonía peruana, colombiana y venezolana, que han celebrado el 2º Encuentro Presencial de las Defensoras de nuestra casa común.  Esta cita, celebrada entre el 3 y el 6 de mayo, ha servido para evidenciar que las consecuencias ambientales de la ocupación del territorio y de la extracción despiadada de los recursos naturales son amenazas reales que provocan, también, graves consecuencias sociales.

Además de experiencias de expoliación depredadora, durante la visita efectuada han tenido ocasión de compartir reflexiones y conectar luchas y reivindicaciones comunes, tejiendo redes y alianzas. Todas ellas resaltan, a pesar de las diferencias de contextos e identidades (indígenas unas, afrodescendientes otras), que comparten un nexo común de unión: la defensa del cuerpo-territorio. Nos han aportado testimonios de vida de sus luchas para proteger los territorios que son expoliados por las industrias extractivistas (la mayor parte de ellas procedentes del Norte global), que infringen profundas heridas y que contaminan y acaban con la diversidad y la vida.

Reconocen el cuerpo como territorio, el primer espacio de defensa, que ocupa un puesto relevante en la concepción comunitaria, en donde la defensa de la tierra y del territorio es un motor de vida y del accionar colectivo. De esta manera, el cuerpo, el territorio se convierte en un reconocimiento de posesión, de pertenencia, así como una declaración en contra de las múltiples formas de violencia que deben enfrentar. Sólo en 2021, según datos de Global Witness, más de 200 personas fueron asesinadas por defender su derecho a vivir en su territorio en paz y armonía. En este contexto, la defensa cuerpo-territorio se vuelve una declaración política que requiere nuevas vías de autocuidado y relación con el propio cuerpo; por ello, promueven la sanación y el cuidado como práctica política para hacer sostenibles los procesos de defensa.

Igualmente, han tenido la oportunidad de conversar sobre cómo los impactos producidos por las empresas no son neutrales en términos de género, y cómo las mujeres son el sostén y la fortaleza de la familia, de la comunidad y del territorio, y ejercen un papel fundamental en la sostenibilidad de la vida.