8 de septiembre: Día de la persona Cooperante

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Con motivo del Día de las personas cooperantes, recorremos varios lugares del mundo para conocer en qué consiste su trabajo.

Como ocurre con otras profesiones, a veces el trabajo del cooperante cuenta con una imagen un tanto estereotipada y alejada de la realidad.

En ocasiones se cree que nos convierte en cooperante viajar unos días a un país empobrecido para conocer otras realidades, sensibilizarnos y colaborar con una ONG de desarrollo en algún lugar del mundo. También es habitual pensar que la voluntad de colaborar es suficiente para ser cooperante, independientemente de nuestra formación, experiencia u otros condicionantes personales. Asimismo, se suele presuponer que si se desempeñan en Euskadi profesiones como la medicina, la enfermería, la ingeniería o la arquitectura, entre otras, ya se puede ser cooperante en los países donde trabajan las ONG de desarrollo, y actuar allí como se hace aquí.

Esas tres situaciones merecen un reconocimiento y suman al objetivo final de la cooperación internacional, pero muestran una foto incompleta del perfil y del papel de la persona cooperante profesional.

El o la cooperante es una persona que trabaja en el ámbito de la cooperación internacional o la ayuda humanitaria en países empobrecidos o vulnerables. Por ejemplo, donde se producen graves vulneraciones de derechos humanos, donde la pobreza y las desigualdades afectan con especial dureza, donde hay guerras, conflictos armados o situaciones de inestabilidad, o donde se han producido catástrofes por fenómenos naturales o meteorológicos.

Es una persona profesional que cuenta con un conocimiento técnico sobre la materia en la que se basan los proyectos de la organización, pero además cuenta con una amplia formación y experiencia en cooperación al desarrollo, ayuda humanitaria, derechos humanos o género. Por tanto, tiene un conocimiento del contexto en el que trabaja, una conciencia crítica sobre el modelo de desarrollo actual y de las estructuras que generan pobreza y las desigualdades, y maneja distintos enfoques y conocimientos técnicos para revertir sus efectos. Adquirir tener toda esta visión global supone un gran esfuerzo formativo, pero es indispensable para llevar a cabo proyectos de cooperación de manera eficaz, eficiente y respetuosa con los lugares y personas donde se trabaja, y para que las intervenciones sean transformadoras y duraderas.

La persona cooperante profesional mantiene una relación laboral con una ONG de desarrollo vasca, pero su trabajo no sería posible sin el protagonismo y el acompañamiento de las personas y organizaciones locales del país donde reside. Son ellas quienes conocen de primera mano la realidad y sus necesidades, y quienes sufren directamente las consecuencias de un sistema injusto que atenta contra el planeta y los derechos humanos. Ellas son las protagonistas de su propio desarrollo; nuestro rol desde Euskadi es acompañarles en sus necesidades y decisiones. Además, la persona cooperante facilita un diálogo cercano y directo entre todas las personas implicadas en los proyectos, así como un conocimiento de la realidad y de las particularidades locales que permiten la ejecución de esas iniciativas.

El día a día de una persona cooperante es variado: coordina que los proyectos se realizan correctamente, identifica necesidades junto con las comunidades y organizaciones locales, diseña proyectos para darles respuesta, ejecuta actividades y procesos, y las evalúa. Así, la labor de las personas cooperantes y de la cooperación vasca fortalece los sistemas públicos de los países donde actúan, contribuye a garantizar los derechos humanos (salud, educación, participación, infraestructuras, saneamiento…), la igualdad entre mujeres y hombres, y la protección del planeta, entre otros.

Cada 8 de septiembre se conmemora el Día de las personas cooperantes. En este contexto, queremos poner en valor el trabajo de estas personas y su contribución a un mundo más justo. También denunciamos que la persecución del trabajo que realizamos las ONG de desarrollo está aumentando en todo el mundo, especialmente en algunos países de Centroamérica como Nicaragua, Guatemala y El Salvador. Allí se están produciendo cambios legislativos que criminalizan la solidaridad internacional y obstaculizan el trabajo de las organizaciones sociales. Finalmente, reivindicamos que la política vasca de cooperación internacional es una herramienta crucial en el actual contexto de incertidumbre e inestabilidad que ha empeorado las condiciones de vida de millones de personas.

Queremos conocer ahora y poner en valor el trabajo de Laura Marcaida (Setem Hego Haizea), Gotzone Artiñano Cuesta (Mundubat Fundazioa) y Leyre Otaegi Alonso (BLBACPP), cooperantes que trabajan en las ONG de desarrollo vascas con la colaboración de las instituciones y la solidaridad vasca: