Espacios digitales para la democracia, la propuesta de Osoigo

#Tech bay

16.05.2023 Tiempo de lectura: 7 minutos

Xabi Murua

Ilustración: Maider Leturiaga

Ilustración: Maider Leturiaga

Si algo sabemos de este 2023 es que será un año electoral con unas elecciones marcadas por la situación económica y social que vive actualmente el país. Un país que mira cada vez con más escepticismo a sus representantes políticos y que no se siente lo suficientemente escuchado.

MUCHO INTERÉS, POCA PARTICIPACIÓN

En España, solamente un 12% de la ciudadanía afirma tener un papel realmente activo en su vecindario, municipio o país. No obstante, la juventud en general se ha convertido en actores imprescindibles a través de las redes sociales, defendiendo causas y movimientos sociales, o manifestando su descontento hacia las medidas que se implementan. Es paradójico que, teniendo la ciudadanía tantas inquietudes y necesidades, no opte por hacérselas saber a sus representantes políticos, y esto denota un grave problema de comunicación en nuestra democracia.

Esta situación no es aislada, sino una tendencia general en la mayoría de los países europeos, donde se muestran datos preocupantes en cuanto a la relación de la ciudadanía con el poder político. La brecha entre representantes y representados sigue reflejándose como una de las principales preocupaciones en los estudios demoscópicos, y está claro que esta realidad supone un problema para la calidad democrática de nuestros países, que amenazan la representación pública y la actividad de nuestras instituciones públicas.

El clima político cada vez está alejando más a la ciudadanía de sus representantes, por lo que es necesario innovar y ser rompedores en la propuesta de nuevas formas de participación ciudadana y la forma en que construimos puentes entre ellos. Este año 2023 va a ser intensivo en elecciones, empezando por la elección de nuestros gobiernos municipales y provinciales, siguiendo con las elecciones generales, y posteriormente, finalizando con las europeas; todo en un periodo de un poco más de un año. Una línea temporal en el que los futuros representantes y gobernadores de nuestros territorios deberán escuchar, dialogar e involucrar a la ciudadanía en el diseño de sus programas y proyectos.

UN ALTAVOZ PARA ALZAR LA VOZ

Pero ¿esto no se hacía ya? ¿No se supone que ya escuchan a la ciudadanía? Si bien es cierto que la administración pública y los gobiernos sirven a la sociedad y están en constante contacto con la ciudadanía, a veces hace falta construir espacios diseñados para facilitar conversaciones, opiniones e ideas que ayuden a construir consensos en la sociedad. La falta de consenso social es una de las fallas más grandes de nuestra democracia moderna y Osoigo nace para poner solución a esta situación.

En Osoigo nos hemos especializado en desarrollar espacios digitales a través de software y dinamización de procesos participativos que permitan escuchar, opinar y proponer soluciones ciudadanas en diversos entornos. Trabajamos con la Administración Pública, así como con empresas o entidades privadas, resolviendo retos sociales o de sectores. Además, implementamos proyectos propios de innovación pública que plantean nuevas formas de gobernanza y participación en diferentes territorios.

La misión de Osoigo es clara: acercar la ciudadanía a los representantes públicos. Es por ello por lo que nuestro equipo trabaja día tras día para hacerlo realidad, un equipo formado por programadores, Project Managers especializados en políticas públicas, comunicación y marketing.

TODO EL MUNDO A UNA

El primer equipo, nuestros techies, son los encargados del diseño y puesta en marcha del software de participación. Es una tecnología que hemos ido construyendo y traccionando con miles de usuarios durante los últimos años, orientándolo a la interacción y conversación de masas a través de herramientas de participación como las encuestas, votaciones, foros o iniciativas ciudadanas. Ya tenemos el chasis, el motor y las ruedas del tren.

Acto seguido entra en acción nuestro equipo de Project Manager. Está compuesto por especialistas en la gestión y liderazgo de procesos participativos, nuestros verdaderos artesanos sociales. Son las personas que entienden la arquitectura social de cada entorno o territorio en el que deben trabajar, analizan las conversaciones e intereses de su público objetivo, diseñan los procesos participativos y dinamizan todos los procesos. Son los que ponen los raíles e iluminan el camino al tren.

Y como tercera pata y no menos importante, es el equipo de comunicación y marketing que integramos en los procesos; son las encargadas en planificar el lanzamiento de los portales y procesos de participación, atraer al público y generar tracción o participación en el portal. Son la llamada a la acción, las que enamoran y narran el propósito de los proyectos que realizamos. Y para finalizar con la metáfora, son las que arrancan el tren y lo aceleran hasta alcanzar una velocidad media constante hasta su destino.

¿Receta? Ninguna. Escuchar, empatizar y proponer procesos participativos en los que la ciudadanía pueda tener interés y motivos para participar.

¿Receta? Ninguna. Escuchar, empatizar y proponer procesos participativos en los que la ciudadanía pueda tener interés y motivos para participar.

¿Y TODO ESTO PARA QUÉ?

En Osoigo no concebimos un proceso participativo sin transformación real. Queremos crear espacios de diálogo, generación de opinión y resolución de retos auténticos. Para ello, necesitamos instituciones, universidades, empresas u otras entidades comprometidas con los retos y resultados que se decidan en los procesos en los que involucramos a la sociedad. No queremos pedir ni el tiempo ni las ideas de las personas para participar en un proyecto, si no va a haber ningún beneficio que repercuta en sus vidas. Necesitamos menos soft y más hard participation, instituciones comprometidas con las conversaciones y soluciones que proporcionan los que habitan en su entorno.

Es por ello por lo que siempre partimos desde el final; los resultados esperados. ¿Qué expectativas tiene la institución o gobierno de este proyecto? ¿Cuánto estamos dispuestas a escuchar, comprometer e implementar los resultados que salgan? Dependiendo de las respuestas a estas preguntas, se dimensionará y se diseñará un proceso u otro, empezando a establecer hitos y tareas hasta el día de hoy. Un proceso de diseño retrotiming que nos lleva a diseñar las fases, pautas y reglas de juego para que tanto la ciudadanía como las instituciones empiecen a trabajar con toda la información y compromiso de forma transparente desde el primer día.

OSOIGO, PERO DE VERDAD

En definitiva, uno de los remedios para ganarse la confianza de la ciudadanía y atraer su interés hacia las instituciones, es ofreciéndoles espacios seguros (nuestra apuesta es que sean híbridas, digitales y físicas) en el que vean compromiso real y se sientan dueñas de las conversaciones y decisiones. Para ello, desde el diseño tecnológico hasta el contenido del proceso, es indispensable poner a la ciudadanía en el centro. ¿Cómo? Por ejemplo, el diseño social de la tecnología debe ser claro, accesible y orientado a generar consensos, a proponer, pero sin derribar ideas, a dialogar, pero sin espacio a insultos.

En cuanto al contenido, los procesos participativos tienen que ser sexys, ser de interés para la sociedad e ir de la mano con las conversaciones de la calle. Es en balde que haya voluntad de atraer el interés ciudadano con cuestiones que a priori son de interés para la institución, y luego no ceñirse a las conversaciones y realidad de la gente. De esto y de mucho más podríamos seguir hablando, pero lo dejaremos para una reunión de tú a tú si quieres seguir conociéndonos.

La revolución de la participación democrática ya ha empezado… ¿te subes al tren?

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