El Archivo Municipal de Bilbao conserva las escrituras de obligación firmadas con siete pregoneros y ejecutores de la real justicia firmadas entre los años 1588 y 1743. En ellas, los candidatos se comprometían a cumplir una serie de condiciones a cambio de una remuneración en metálico y de una vivienda en las dependencias de la cárcel de la villa.

La figura del pregonero, encargado de difundir los pregones de la villa, se encargaba también en el siglo XVIII de controlar la plaza del mercado y ejecutaba la justicia que dictaba el Corregidor.

Era un oficio deshonroso, por lo que nunca lo ejercían los vizcaínos. Todos los candidatos que conocemos procedían de fuera del Señorío. Y, además, debían cumplir una serie de condiciones que marginaban totalmente a estos oficiales.